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Es lunes, y llamó para pedir el día libre con justificante para pasar al menos dos días la infección en casa, y no contagiar, y pido la baja medica que me den hasta el jueves.

A la vuelta, tras una depuración tremenda, días de relax y televisión, libros y lecturas que tenía pendientes, Ana me pregunta si.quiero ir este fin de semana, el sábado tarde- noche, a una fiesta. De disfraces. Pero no se sabe si de swingers, porque habrá solteros, casados en pareja, casados sin pareja... Osea que a ver de qué vamos. Con aún molestias urinarias, sugiero de Caperucitas Rojas, y sonríe, divertida.

- Con minifalda y botas. 

Y sí. Vamos a comprar una minifalda blanca para cada una, un top ajustado y las Caperucitas resultan rosas, porque es lo único que hay en la tienda china, y va bien, porque somos originales y destacamos.

Dicho día, acudimos al local. Una casa privada, por Esporles. Pero está vez, no se puede hacer nada allí, o eso dicen... Tomamos un daiquiri cada una, y dos hombres guapos se acercan. Bailamos, son muy morenos, estilo arábico y musculado, vestidos de mayordomos. Nos separamos a los tres bailes, cada una con el suyo. Está de buen ver, pero no me motiva. Sin embargo, me sugiere dar un paseo por los volantes, y, confirmando, vamos unos metros donde, en un rincón oculto, me pregunta si me puede besar, y consiento, y le pido que si quiere acostarse conmigo, y desea, y que tiene un preservativo de sabores, pero yo no estoy con ganas de comerle nada y le digo que sólo lo haga, y rápido. Y cumple, y aunque me molesta un poco, ya que por el grosor no entra todo, al final se pasa y se corre pero justo cuando me gusta. Y le sugiero volver ya a la fiesta, ya que quizás nos buscan, y allí le despistó y me cuelo en una habitación, donde cierro pero no estoy sola...

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