55.

Tras el desayuno, es mi tercer día de vacaciones. Y pienso que, aunque sea invierno, un viaje no estaría de más, de 3 días. Pero luego pienso que mejor en febrero, que sale más económico. 

Cojo un metro, y me voy de excursión. Dentro, un hombre me mira. Castaño, con coleta, camisa de grupo no entero y vaqueros. Pocos visten así ya. Cazadora con borrego, guantes y una mochila. Y una mirada que hace que no separe sus ojos de él. 

- ¿Dónde vas?- me pregunta insinuoso.

- Quizás donde tú pares.

- Yo a casa, pero te invito a un café.

- Sí, si me dices tu disco favorito.

Y hablamos de música, pubs, pueblos, conciertos... Y llegamos. 

- No está lejos.

Y no, cinco minutos de la estación. Un piso de dos habitaciones, baño y cocina. Libros, discos, cassettes y DVDs. Y un café que íbamos a tomar, pero se posterga, ya que pongo un cd, y, lentamente nos besamos y hacemos el amor en esa casa fría, tumbada y abierta en una mesa de cocina, con un hombre que me da calor, revuelve mi sexo y hace que, con cuatro penetraciones, me corra y desee besar su sexo, cosa que hago, hasta que le ordeno que se ponga un preservativo y se corra, a gusto, dentro.

Y lo hace. Y luego nos tomamos un café, pero para comer, mejor en casa.

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