57.

Ya ha pasado una semana, y, entre el estado de salud y que llevo casi 60 en mi lodta, sin haberme fijado, puedo estar tranquila de que cumplo mi reto.

Hago un repaso mental y me acuerdo de que aquellos que fueron maravillosos, pero que al final, incluso, tenían otras mujeres esperando o ya de antes. No espero que el hombre que quizás sea el definitivo lo deje todo por mí, porque eso suena bonito pero quienes lo hacen lo repiten constantemente, y siempre hay más, pero sí la conclusión, quizás después de esto encuentre a alguien y siente la cabeza. Y de las experiencias malas, ni recordar, uf, los malos polvos y las infecciones por falta de responsabilidad... 

Con esto, recibo un mensaje y pienso que sí, que ya es hora de volver a quedar. Y le digo a Fabián, italiano instalado, que venga a tomar una copa y charlar. Y viene, y es guapo, fornido, habla casi perfecto y se nota que es educado, sincero, amable. Qué no busca seriedad, y quizás sí seguir si todo va bien...

- Pero primero hay que probar- le digo. Y me lo llevo al dormitorio, donde le beso, me besa, le tocó, me toca, le desnudo, me desnuda, preparo el preservativo, y casi se niega... Y entonces ya no me gusta. No tengo nada serio con el, y el preservativo es necesario. Lo hacemos, pero ya he perdido interés, su discurso sobre la naturalidad y fluir sin nada me resulta tedioso y disminuye mi libido. Aún así, tengo un orgasmo en las primeras penetraciones, pero me aburro los 10 minutos que siguen y, cuando acaba, gustosamente le digo que no vuelva, que no habrá segunda parte, y que no será como en la canción de Mecano, porque no me arrepentiré.

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