71.
No sé si salir de la fiesta, he pasado vergüenza estando con Stanley Kubrick de la fusta... Voy a buscar a Ana, y decido ir a la última habitación, por si está allí, pero solo me encuentro en una habitación semi oscura con un montón de gente fornicando, cual bacanal o aquelarre, con música fogosa. Se me ocurre mirar por si está allí, y un apuesto joven de media melena, moreno, me habla:
- ¿Por qué no te unes?
- ¿Llevas preservativo?
Me confirma y asiento. Me dejó llevar por sus besos que, aunque me los da en todo el cuerpo una vez desnuda, no me besa en la boca hasta que me penetra, con ansia, en un sofá. Es formidable, cálido y agradable. Tengo dos orgasmos con él, y luego acaba. Salgo de dicho fuego carnal y me visto, y, saliendo, veo a Ana. Ya no quiere seguir más, ha tenido menos suerte que yo, dice, y sólo ha estado con uno, pero ha sido un desastre, y hasta le ha dejado marcas en las manos, de esposas mal puestas, un arañazo en la cara y una marca de cigarro en la nalga. Yo tengo algunas marcas de fusta, por el poseído que pensó estar en el cuento de O o a saber qué sumisión macabra, y estoy de acuerdo en volver a casa.
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