82.

He vuelto a coger una oferta en Hotelbreaks, esta vez, sólo desayuno en un hotel de cuatro estrellas, en las afueras de la ciudad. Si bien me arrepiento de no haber cogido piscina climatizada, no es mala idea darme un homenaje. Y lo celebro.Un bufete libre, poca gente, y me sirvo lo que quiero. 

Comiendo croissants de chocolate y un café (la verdad es que no tengo muchas ganas de llenarme), miro a ver si tengo suerte con los turistas como me pasó en Palma. Pero no tengo esa suerte, y decido marchar. Justo en la salida, me para un hombre muy interesante:

- Creo que te he visto trabajando en la oficina...

- Y sí. Y usted es...

- Daniel, pero espera, acompañame. Mi amante se ha ido y me toca salir tras el desayuno, pero no quiero comer solo. ¿Me acompañas?

- Claro.

Y le acompaño. Es menos remilgado y más salado que yo, y me informa de que es ingeniero, que viaja mucho, que siempre tiene mucho trabajo, y que tiene una amante, pero no es una relación cerrada. Dice que ya tiene la maleta en el hall, y que tiene que irse a Madrid, pero que me puede dejar en casa. Y sí, me deja en casa, pero...

- Tengo unos minutos, una hora, si quieres te invito a...

- Sube, le digo.

Y tras veinte minutos, y sin mucho juego, pero si pasión compartida, se va de viaje.

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